La vida de Griselda Blanco nunca había sido representada en el cine. A pesar de que construyó un imperio de la droga que sirvió de ejemplo para otras figuras de ese ámbito que vinieron después.
Primeros años
El lugar de nacimiento de Griselda Blanco es el gran misterio de su biografía. Algunas fuentes lo sitúan en Santa Marta, y otras en Cartagena de Indias. Lo que sí es un hecho es que en 1943 comenzó la vida de una de las delincuentes colombianas más peligrosas de la historia.
Según su historial delictivo, la carrera delictiva de Griselda se inició a los 11 años. A esta tierna edad participó en el secuestro de un niño. El cual asesinó después de que su familia se negara a pagar el rescate. Poco más tarde, empezó a vivir de la prostitución y de los robos. Así fue su vida hasta que conoció a Carlos Trujillo.
Este individuo, que se dedicaba a falsificar documentos, la instó a mudarse a Nueva York cuando ella tenía solo 21 años. Ahí se casaron y tuvieron tres hijos. Poco después se divorciaron y se dice que ella ordenó su asesinato.
Ya completamente establecida en la ciudad de Nueva York, Blanco conoció a Antonio Bravo, su segundo marido. Este personaje fue determinante en su vida, ya que fue quien la introdujo al narcotráfico. Ambos idearon un complejo sistema para transportar cocaína desde Colombia hasta Estados Unidos. Esto lo lograban mediante compartimentos secretos en la ropa de interior de jóvenes mujeres a las que les pagaban por transportar la droga.
En las décadas de 1970 y 1980, Griselda Blanco desempeñó un papel significativo en el auge del narcotráfico colombiano. Fue una de las pioneras en utilizar rutas y métodos innovadores para transportar grandes cantidades de cocaína a los Estados Unidos. Especialmente a Miami, donde estableció su imperio.
La verdadera Griselda Blanco.
La metrópolis sin leyes
Fue en la década de 1970 cuando la pareja se trasladó a Miami, el punto de entrada de la droga al resto de los Estados Unidos. Además de su visión única para hacer negocios, Blanco se hizo conocida por su brutalidad y falta de escrúpulos en el mundo del crimen organizado. Lo cual la convirtió en una figura temida tanto por sus enemigos como por sus aliados.
Se dice que Blanco recaudaba al mes hasta 80 millones de dólares. Disfrutaba de una vida llena de lujos en sus mansiones donde organizaba fiestas. Pero, sobre todo, disfrutaba al ver cómo la ciudad de Miami se convertía en su paraíso. Para “la Jefa”, “la Reina” o “la Madrina” de la cocaína no había nada que no pudiera tener en su poder.
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Violencia y más violencia
Debido a su obsesión por mantener su posición en el negocio del narcotráfico, Griselda Blanco estuvo involucrada en numerosos asesinatos y actos violentos. Según varias fuentes, se le atribuyen alrededor de 200 asesinatos. Muchos de los cuales fueron ejecutados por pistoleros en motocicletas contratados por Griselda.
A partir del nacimiento de su cuarto y último hijo, llamado Michael Corleone Blanco en honor al personaje de la saga El Padrino, Griselda comenzó a combinar su labor de emperatriz de la droga con la de madre.
La mujer que infundió temor a Pablo Escobar mismo
En 1975, Griselda evadió a la justicia regresando a Colombia, ya que se le acusó de cargos de narcotráfico. En ese mismo año, en la ciudad de Medellín, un joven y todavía inexperto Pablo Escobar dirigía a su propio cartel. “El único hombre al que alguna vez temí fue una mujer llamada Griselda Blanco”,
“Alguna vez dijo el propio Escobar”, comentó.
En este lapso en Colombia, aconteció uno de los momentos más memorables en la vida de Griselda Blanco: pensó que su cónyuge le estaba sustrayendo dinero. Por lo que optó por quitarle la vida de un disparo. Por esta razón la apodaron la Viuda Negra. Su tercer esposo, Darío Sepúlveda, sufrió la misma suerte. Queda evidente que Griselda no bromeaba, y que daba prioridad a los negocios sobre el amor.
De regreso a Miami: el inicio de la caída
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Cuando Blanco regresó a Miami a finales de la década de los 70, su posición se tambaleaba, ya que otros narcotraficantes, aprovechando su ausencia, se adueñaron de algunos territorios de la ciudad. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a permitir que su imperio se desmoronara. Muy por el contrario: aprovechó la alta migración cubana a la ciudad para reclutar a varios hombres y mujeres dispuestos a ganarse la vida a toda costa.
Pero las circunstancias no fueron sencillas en su retorno a los Estados Unidos. La justicia ya estaba tras sus pasos, y varios jefes del narcotráfico intentaban eliminarla. En 1984 decidió mudarse a California, pero se encontró con otro obstáculo: los grupos delictivos salvadoreños, que también traficaban con drogas.
Eventualmente, Blanco fue detenida en 1985 y sentenciada por cargos relacionados con el tráfico de estupefacientes. En 1998, la “Madrina” se declaró culpable a cambio de una sentencia reducida. Cumplió parte de su condena y luego fue deportada a Colombia en 2004. A pesar de haberse retirado del mundo delictivo, el pasado no perdona.
Griselda Blanco fue privada de la vida a tiros en Medellín en 2012. Su vida y actividades delictivas han sido tema de interés en libros, documentales y series de televisión que exploran el mundo del narcotráfico.
La serie Griselda es una creación de Doug Miro y Eric Newman. Quienes también estuvieron detrás de series del mismo concepto como Narcos (2015) y Narcos: México (2018). A partir de este 25 de enero, ya están disponibles en Netflix los 6 episodios de Griselda. Allíveremos una gran dosis de acción, crimen y, por supuesto, droga.
